lunes, 19 de octubre de 2009

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo

La avenida, que cruza Buenos Aires de punta a punta, es el escenario.

Ahí están ellos otra vez, sentados en el escalón de la vereda con una cerveza que pasa de mano en mano; algunos en la plaza de enfrente discutiendo, debatiendo; otros parados esperando a los que vendrán, esos que llegan tarde, que quizás se encuentren aún cargando sus mochilas de ilusiones.
También se sabe de aquellos que se incorporarán más adelante en la caminata; y de algunos otros que lo harán más adelante en el tiempo.

Pero ahí están: los que son, los que pueden y como pueden; con el corazón latiendo al compás de los bombos que empezaron a sonar, con la cabeza colmada de pensamientos y proyectos, con la intención de cambiar algo, con la creencia de que se puede cambiar algo.

Conocidos y desconocidos se miran, se reconocen, se entienden y se juntan en medio de la avenida; de repente parecen miles, millones, caminando y cantando.
Algunos sonríen, otros lloran, todos sienten.
La banderas se alzan, rezan nombres, frases, alguien nombra al Che, lo grita... otro dice todo con su remera.
Están los tímidos que se quedan atrás, al final, que miran para todos lados, quizás con miedo, con vergüenza... Son los que logran el equilibrio perfecto con los de adelante, los que llevan la bandera blanca con letras rojas inmensas, los que gritan, los que tienen los pies cansados y viejos, pero la cabeza cada día más lúcida y más joven.

Caminan un par de cuadras, cada uno va encontrando su lugar, acoplándose al ritmo, entendiendo la forma.

Buenos Aires parece silenciosa, sólo se escuchan entre ellos. La gente que camina por la vereda en dirección opuesta los mira, los inspecciona, intenta leer las banderas, sus mochilas, sus remeras, sus mentes...

Los bombos se silencian y ya nadie aplaude, ahora la única música son sus pasos firmes y coordinados sobre el asfalto...
Una mujer que sostiene un cartel y camina con la mirada perdida, despega sus labios y, con la garganta colmada de lágrimas contenidas, grita lo último que puede rompiendo el silencio:

Justicia.


· Julieta Ceballos
Princesa Roja

4 comentarios:

  1. Che loco(?) se me dió por firmar mis entradas porque me cansé de robar impunemente sus textos, la gente me dice "uh que bueno Reivindicación de la infelicidad, qué bien escribís" "no loco, no viste que dice Frida? qué bien escribe ella, en todo caso campeón!"

    Así que bueno, me ví obligada a editar mis entradas y ponerles mi firma.

    PD: Maicol aparecé.

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  2. hay que hacer copyright!

    (el texto: piel de gallina)

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  3. Qué loco, a la entrada antes de ponerle esa frase una canción que escuché en La Tribu, la había titulado "piel de gallina"

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