jueves, 15 de octubre de 2009

Charly García

Lágrimas.

Y no hablo de esas tímidas que recorren las mejillas y brillan a la luz del sol, de ésas que se secan rapidamente, que se consumen, que se evaporan, ésas que hacen parecer más cálidos los ojos y la cara más aniñada, más dulce.

No, no hablo de lágrimas inocentes.

Hablo de esas lágrimas que al instante de ser escupidas por los ojos ya se encuentran por toda la cara, de ésas que traen tras de sí una catarata, incontrolable, imparable, esas lágrimas que hinchan los cachetes, enrojecen la nariz y hacen explotar los ojos, ésas que se escurren entre las manos y repentinamente se encuentran en tu boca, en tu pelo y en tu cuello, ésas que quiebran la voz, que no dejan respirar, que no se dejan disimular.
Hablo de esas lágrimas que encuentro en mis ojos, en mis manos, en mi pelo, en mi alma cada vez que te veo.

Hablo de ésas que mis ojos retienen durante meses para ser expulsadas sólo frente a vos, de cara a tu genialidad, estampada contra tu violencia, enamorada de tu perfección, embobada con tu magnificencia, en llamas por tu calor, impresionada por tu voz.



· Julieta Ceballos
Princesa Roja

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